lunes, 3 de diciembre de 2007

Alegremente desafinada

Tata y Gongo, los papás de mi amiga María, cumplen treinta y cinco años de casados. Entonces María les organizó una misa para festejar el aniversario. Se necesitaba un coro para la ceremonia, y se le ocurrió que sus amigas podíamos formarlo. Después de la eterna y entusiasta cadena de mails en la que se discutieron los horarios de ensayo, María me miró seria y lo dijo- aquello que todas esperaban.
- Coppelia, tu cantá bajito, o mové la boca...-luego, carcajadas.
Dicen que a la gente le gusta hacer las cosas que le salen bien. Puedo probar que en el canto, soy la gran excepción a la regla. No soy capaz de entonar ni el himno nacional, y sin embargo, adoro cantar. Y suelo cantar con entusiasmo. Ahora que me incorporaron al coro, no van a zafar de mi entusiasmo.

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