martes, 20 de noviembre de 2007

Dilemas sin voz


A veces siento que voy a explotar en silencios. Desde muy chica tuve la convicción de que un secreto sólo sobrevive como secreto si no se repite ni en un eco. Basta con decirlo en voz alta para que deje de ser secreto. Por mi devoción a esta teoría tengo una lealtad exacerbada hacia los secretos. Y supongo que por eso, por una larga trayectoria de silencios, cada vez es mayor la cantidad de información secreta que recibo.
Lo que me di cuenta es que con el tiempo, la intensidad de los secretos aumenta. De pequeña sabía de quién gustaban todas mis amigas, todas se atrevían a contarme el secreto, después las informaciones se hicieron más jugosas, los secretos tenían siempre un tinte de diversión, de complicidad. Padecí aquellos momentos de cruzamiento, de saber cosas por dos lados, de tener que pedir por favor que no me lo contaran antes de escucharlo, explicar que la contraparte ya me había dado el punto de vista y que no era ético recibir entonces el que ahora me ofrecían (nunca acepté aquello de indagar en parejas ajenas). Pero todo era bastante colorido, telenovelesco diría.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo los silencios engordan. A veces los silencios despiertan dilemas éticos, a veces el silencio y las amistades van unidas de la mano. Otras, la verdad es la que va unida a la amistad. Cuándo callar, y cuándo hablar. A veces el silencio aturde. Y sin embargo, hay que callar.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Volver

Me intriga cuando las personas hablan de su primer recuerdo. Cuando alguien le dice a alguien: ¿cuál es tu primer recuerdo? Y hay una respuesta concreta. Yo no tengo un primer recuerdo. De golpe a veces me acuerdo de cosas que me había olvidado que me acordaba, pero no sé cuál fue mi primer recuerdo. Sin embargo, hay imágenes que guardo para siempre. Existen momentos que elijo guardar en recuerdos, me distancio por un instante, y me apodero de la imagen, de cada detalle, para después, algún día, volver. Pienso a dónde van las historias que se acaban, las etapas que terminan, los lugares a los que no voy a volver, las personas que sé que nunca más voy a ver. Y me doy cuenta de que quedan en los recuerdos, en una memoria alegre. Pienso en las personas, y en los recuerdos que guardo de las personas, a veces son instantes, y sin embargo, son eternos. Por culpa de la intensidad con la que guardo esos recuerdos es que vivo como si siempre pudiese volver. Y juro que si quiero, cierro los ojos y vuelvo. Vuelvo a donde elija volver. Quizá en parte, estamos hechos de recuerdos, de los rastros de lo que vivimos. Quizá, en parte, somos lo que fuimos.

Shhh

Hoy fue un día tranquilo. Hace días que no me sentía dueña de mi tiempo, y hoy el tiempo fue mío. La rosca imposible de parar se detuvo, o me detuve yo. Hizo calor, y abrí las ventanas de mi cuarto. Elegí pasar la tarde de domingo tranquila y con las ventanas abiertas. Hace tiempo que no tenía semejante sensación de domingo.

P.D. : la imagen es de Gettyimages.

martes, 13 de noviembre de 2007

¿Será cierto?

A. me contó una vez que en el calendario romano existían días fastos y días nefastos. En el Derecho romano, antes de cada juicio se fijaban en el calendario, si el día era nefasto la audiencia no se llevaba adelante porque el juicio no llegaría a lograr justicia por una cuestión de los astros. Siempre me quedó la duda de semejante delirio. Hoy, sin embargo, me atrevería a asegurar que fue un día Nefasto.

P.D. : En la imagen, de Gettyimages, una compatriota (como mal dice Tatiana)

lunes, 12 de noviembre de 2007

Comienzos

Antonio Lobo Antunes sabe cómo empezar. Me fascinan sus principios. Siempre.

“Lo que solemos llamar circunstancias y sólo son, simplemente, lo que permitimos que nos hagan la vida y las personas...”

“Dos días antes, en cuanto nos quedamos solos, dijo:
- Quiero morir con dignidad”

“El problema de envejecer es que nos volvemos jóvenes”

Después de que leo su primera línea, aunque no quiera, paso a ser parte de la historia, porque él comienza como si asumiera que quien lo lee sabe de qué habla. Y como él ya lo da por hecho, no se lo puede desilusionar, y hay que descifrar de qué habla.


P.D. : Segundo libro de cónicas, debolsillo, septiembre, 2005




miércoles, 7 de noviembre de 2007

Persevera y triunfarás.

Pasé dos horas sentada en una sala a la espera. Necesitaba con urgencia la entrevista para el reportaje del viernes. A las cinco y media me instalé, la secretaria me miró con pena, luego se animó a decirme:
- Mirá que cuando llegue va a pasar un segundo y vuela, no creo que te escuche.
Pero yo no me retiraría. Ya me la habían postergado tres veces y ahora no habría vuelta atrás. Además tenía un libro. Descubrí que los libros son cómplices del ejercicio de forjar la paciencia. Hoy no tendría la entrevista en mi grabador si en la cartera no hubiese llevado al amigo Iván Denísovich. Además, la lectura disimulaba mi impertinencia.

P.D. : la imagen me provoca sensación de sala de espera, por eso la elegí. Es de Gettyimages.