miércoles, 31 de octubre de 2007

Sin disimulo

Se puede discutir horas sobre la explicación de la belleza, si el pelo largo, corto, si claro u oscuro. Si los ojos, si gordo si flaco, alto o bajo. Pero la belleza no depende de nada de eso. Porque hay bellas gordas y flacas, y altas, y de pelo lacio y de rulos. La gente linda es la gente que es lo que es. La belleza es aquello que cierra en sí mismo, armónica, explícita. La belleza es. Sin disimulo. Es casi como un instante. La fotógrafa logró belleza en esta foto. En el sufrimiento auténtico de esta mujer. En su expresión se puede encontrar belleza, por ser tan horriblemente real.

P.D. : Madre inmigrante, Nipomo, 1936. Fotografía de Dorothea Lange.

El lado bueno de un insulto

A veces me molestan cosas insólitas. Por ejemplo, cuando entre las mujeres se llaman como insulto “yegua”. Creo que el caballo es un animal noble, y las yeguas nobles femeninas. Tienen una elegancia y un porte que las hace únicas. No hay nada más fascinante que ver al padrillo coquetear cuando aparece la yegua. Y ésta juega por un rato a la interesante. Además hay que verlas con sus potrillos. No entiendo dónde está el material de insulto.
En la foto, la yegua de Los abriles. Es todavía muy joven, atrevida y caprichosa. Se llama Guillermina(y se hace llamar Miss Billy). Y se cree que en Los abriles es la reina(je, y se confunde, claro).

martes, 30 de octubre de 2007

Un aplauso para los que aplauden

Mr R, el profesor inglés de Matemáticas, siempre alegaba contra los aplausos. Decía en su español complicado “Los urguaios siempra aplauden por chodo”. Tenía razón. Los uruguayos aplaudimos por todo. Cuando alguien dice algo bueno, cuando gana premio, cuando se termina un evento, después del feliz cumpleaños, al que llega tarde, al que se equivoca, al que le emboca, cuando se pierde alguien, cuando algo hace gracia, cuando aterriza un avión... hay aplauso hasta en la misa. Siempre tuve un complejo frente a los aplausos excesivos, me provocaban cierto rechazo. Pero confieso que cuando entré a facultad y caí en una clase que realmente disfruta del aplauso, me contagié del síndrome. Y me divierten los aplausos, entendí el entusiasmo que generan. Contagioso. Dejo mis prejuicios de lado, y cuando puedo, aplaudo. A la larga, de chiquitos de las primeras cosas que aprendemos a hacer es a aplaudir.

P. D. : Lo de la misa todavía no lo puedo lograr. Alguien me convenció de que en la misa no se aplaude, se canta. Y yo le creo. Y en el avión tampoco...pero ya lo superaré.

P. D. : En la imagen, T, S, y B, hace tiempo, en casa. Aplauden. (las manos que no se ven son las de S.).

A ella, gracias.

Hoy me desperté y era verano. Amanecí a las 11 y 15 de la mañana, un verdadero milagro. Por un momento, pensé que había aprendido a vivir sin dormir, hoy me di cuenta de que no, pues sigo lidiando con ese nefasto gen de dormilona. Afuera hay un sol divino, y adentro de mi cuarto, olor a verano. Me arden los hombros del sol, y me duele la espalda del agotamiento. Ayer me escapé de Montevideo, pasé el día en la playa leyendo Esto es Nueva York y meditando sobre qué voy a escribir el guión que tengo que entregar en unas horas. Punta del este estaba espectacular, el mar azul profundo, y la playa casi vacía. Al lado mío sólo corrían dos enanos- de tres años cada uno- que tenían conversaciones inéditas. Me di el primer baño del verano. Sola. Tenía ganas de estar sola, de pensar mil cosas, de disfrutar en silencio de esa sensación tan íntima del trabajo cumplido. Porque el trabajo creativo arrastra el alma del que lo hace, y la satisfacción es interna, surge de lo más hondo. Y luego cuesta volver a la normalidad, al equilibrio, a la rutina. Si alguien lo entendiera, sería más fácil. Pero nunca nadie lo entiende. Ayer fue el final de una etapa, y el principio de otra, la inauguré con un baño en el mar. Pensé que será de mí este verano, pensé en mi carrera, en las ganas que tengo de escribir. Pienso en mamá, y en su lucha eterna por que sus hijas sean, sobre todo, felices. Y le agradezco su paciencia en la locura de estos últimos días, y su grandeza por soportar el tener que vernos sufrir para conducirnos por el camino de los que aspiran a ser buenas personas. Porque la felicidad, el bien y la libertad nacen y mueren de una realidad única. A dónde vaya ahora espero dirigirme con la paz del que pisa firme, y ese entusiasmo del que no conoce lo que le espera. Ayer busqué un rato de descanso, una pequeña tregua en este mundo que va más rápido que yo. Y pensé en cuánto le tengo que agradecer. Tengo la gracia de que mi madre sea una mujer incondicional.

P.D. : Esto lo escribí la semana pasada. Después del fin de semana. Lleva exactamente seis días de atraso. Fue el miércoles.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Gotas de cristal

Hoy vimos Un viaje hacia el mar. Me acordé de Beto. Recuerdo el impacto que sentí cuando ,sobre el trote de su caballo, me contó que jamás había conocido el mar. Al año siguiente, también en septiembre, cuando lo volví a ver, M. ya lo había llevado. Y contó que Beto lagrimeó en la orilla. Tenía unos sesenta años, hombre de campo, gente de rigor, con pocas vueltas, ahorrador de palabras, y de emociones. Pero cuando vio el mar, se largó a llorar. Cuánto hablan las lágrimas de una persona.

martes, 16 de octubre de 2007

¿Culpables?

Por la culpa de la cámara de fotos en estas últimas semanas me perdí dos reportajes y una noticia.

Primera pérdida.
Salí a caminar por la rambla, llevé la cámara porque el día estaba lindo. Suelo salir a la rambla por una calle que tiene una cuadra corta (ese lugar me trae recuerdos adolescentes) y la única casa que ocupa la cuadra es la del tan polémico Robin Henderson. Me encuentro con que la casa tenía pegado en el cerco un gigante cartel, (una pancarta si soy más específica). Pensé en Eresfea, vaya si se divertiría de ver que la casa de tres pisos del Señor Henderson también se sumó a la distinguida moda de las pancartas.
En el cartel decía: “Viva la Justicia. Te queremos Tienda Inglesa”. Entonces, me sentí orgullosa de tener la cámara- quizá me había vuelto en verdad una periodista. Pero cuando me posiciono para sacar la foto: tragedia. Cámara sin pilas.

Segunda pérdida
Durante gran parte de la caminata pensé en lo que escribiría en el reportaje. Diría lo absurdo de que el gran hombre de negocios pegara pancarta en su casa. Y al mismo tiempo, diría que si todos nos pusiéramos la camiseta de lo que hacemos cómo lo hace este hombre, quizá Uruguay sería más Grande. Escribí todo el paseo por la rambla. A la vuelta, había oscurecido, y la casa del Señor Henderson se había llenado de autos. Doble pérdida, se me escapaba ahora además una noticia: Hoy Tienda Inglesa festeja el triunfo.

Epílogo
Me apuré a casa, busqué pilas, pero no había. Saqué las del grabador. Volví a lo de Henderson. También gastadas.
Si hubiese estado cerca de la civilización, hubiera podido comprar pilas. Siempre disfruté el vivir lejos y poder escuchar a los pajaritos de mañana, pero en aquel momento hubiese querido un comercio cerca muy por encima de los pajaritos. Volví a casa frustrada. Sé que estoy en un “dos mil siete de imágenes”. Ya no valen tanto las palabras, y a quién le importaría mi reportaje de Henderson sin la imagen.

Tercera pérdida
El Domingo de tarde vi circular por ciudad vieja a un grupo de niñas de doce años disfrazadas de vedettes. Había salido el sol y las niñas paseaban por una calle, gris y algo destruida, de bikini blanco y plumas de colores, a la hora de la siesta. Y ellas, encantadas. No tenía la cámara, pero pensé en un titular para el reportaje que me perdía. Todavía no se me ocurre, quizá porque me interrumpió la cara de mi padre si a los doce años nosotras hubiésemos emprendido semejante paseo dominical por Montevideo.

Epílogo
No me puedo quitar la imagen de la cabeza: El cielo celeste, las construcciones más lindas de Uruguay apagadas por paredes sucias y puertas clausuradas. La calle destruida, pero aún con algo de piedra. Y por el lado izquierdo un desfile de niñas semi-desnudas y con plumas de colores, al estilo de Bailando por un sueño. Y sonrientes. Tan sonrientes. Acepto sugerencias de titulares. Pensé en los comentarios del reportaje. Nosotras nos disfrazábamos de mamás, con carteras y tacos altos, si nos poníamos audaces, de modelos, y entonces nos maquillábamos. A los doce ya ni nos disfrazábamos, íbamos en la bicicleta a la placita. Y a mí de pequeña me acusaban de fatal... decían que me mandarían a las Carmelitas descalzas en donde me mantendrían calladita. ¿Habré tenido una infancia reprimida? Quizá si no fuera por culpa de mis padres hoy sería yo vedette. Y si no fuera por culpa de mi cámara, sería una buena periodista.


P.D. : Este post, como penitencia, no tiene imagen. Apuesta al valor de las palabras.

lunes, 15 de octubre de 2007

Con vida propia

Hoy, Andru y yo pasamos la tarde con Emma y Adolfo. Sí, Emma y Adolf. Ya no son más el producto de la imaginación sino que existen. Tienen vida. Nos divertimos mucho. Y ellos, se adoran. Hace tiempo que ya no son parte de mí, ¿A dónde se fueron? ¿De dónde salieron? Es una sensación muy rara. Fue uno de mis momentos preferidos en este camino.

P.D. : La imagen...a libre interpretación. Imposible de explicar. Como la sensación.

Ladran Sancho, señal de que cabalgamos.

Cuanto él más la ataca, más conciente es ella de que las cosas van bien. Ha sido duro el camino. Pero no hay duda de que a él le ha dolido aún más que a ella.
Ella jura que eso no es un consuelo. Doy mi palabra.

martes, 9 de octubre de 2007

Sonrisa descalza de una mujer elefante


Cuando creo que alguien tiene un problema serio de malos sentimientos me dan ganas de decirle que corra descalzo/a hasta Cerro Largo. Hace unos días, después de que se lo receté (en mis pensamientos) a tres personajes distintos, me pregunté cuál era la insólita explicación de mi razonamiento(porque lo preocupante es que en verdad creo que la receta calmaría muchos males). Correr, y sin zapatos, varios quilómetros apagaría muchas maldades. Me psicoanalicé para encontrar el origen a mi propuesta de recetario:
Me fascina andar descalza, por la arena, por la alfombra, sobre las baldosas frías en verano. Cuando estoy cómoda en un lugar, sin darme cuenta me descalzo. Cuando era chica corría en Atletismo, me quedaba después del colegio a practicar. Y empezamos a prestar atención a los serios consejos de los varones que nos aseguraban que descalzo se corría más rápido. Un día nos sacamos nosotras también los zapatos. Y nunca nos los volvimos a poner. Todavía si quiero, siento la sensación de los pies cuando rozaban el pasto frío en las carreras. También puedo sentir el vértigo del barro. Era en esta época, en octubre, cuando recién empezaba el calorcito. Tengo el recuerdo impregnado en los pies,. Era muy chiquita y llevaba nada más que el short y la remera. Los zapatos, en la mano. Eran tardes livianas, sanas. Lo único intenso eran las emociones. Y las carcajadas. Me gustaba correr carreras, y más me gustaba correr descalza. Libre, eso, me sentía libre. Ojalá estos individuos prueben correr descalzos, y si es posible, hasta Cerro Largo, para que el camino sea largo. Y así yo no voy a tener que aguantar más insultos. Mientras, aguanto. Aguanto. Ya he creado, como me enseñó mamá, piel de elefante. Pero confieso que quisiera pronto dejar de ser un cuadrúpedo y parar de esconder mi maldita y sensible piel. La que de niña sentía el roce del pasto con la planta del pie. Y la que sufre con los insultos.
P. D. : La imagen es de este verano, en "Los abriles", era la única que tenía en la que sólo aparecían mis pies. Quien tenga imaginación, que los vea descalzos.
P.D. : Otro día explicaré por qué Cerro Largo.

miércoles, 3 de octubre de 2007

¿Y quién era el freak?

Un examen que me torturó en la vida (además de la libreta de conducir, claro) fue Maths Methods. Yo solita me metí en el desafío de hacer ese curso de dos años en uno. Me acuerdo de las noches previas al examen, hacía ecuaciones y derivadas primeras y segundas en los sueños. También alguna integral. Lo salvé, pero nunca me pude deshacer de la secuelas. En las épocas en las que estoy bajo mucha presión, a veces me despierto al intentar resolver una derivada segunda. Esta mañana amanecí después de una complicada noche matemática. Entonces, me di cuenta de que era momento de recuperar la tranquilidad. Y trabajé para lograrlo. Hoy volvió a ser un lindo día. Espero que de noche ya no sueñe ni con integrales poco claras ni con personajes muy oscuros.

lunes, 1 de octubre de 2007

Las del Maruti rojo

Ayer partió el Maruti. Quedaron los recuerdos. Las interminables historias a bordo de esa pequeña institución roja.
Habían pasado sólo dos horas de su partida y recibo un mensaje:

- "Pasé por ahí y no vi el Maruti, ¿lo robaron o algo?"

- "................................................" (hago tooooda la explicación).

- "Ja, ja, ok me había preocupado, es un sentimiento el Maruti, me quedo tranquilo entonces, qué bueno que le encontraron solución. Beso,"

Así será, calculo, con todos los que disfrutaron del espelendor de sus paseos. Con los protagonistas de su existencia.

P.D. : El de la foto es un intento de Maruti, pero no le llega ni a las ruedas. Ya voy a encontrar la foto adecuada para presentar al auténtico. Algún día también voy a explicar la jugosa historia de cómo llegó el Maruti a nuestro dominio(al de V. , y al mío).

P.D. : Me hice la viva y puse en negrita lo que tuve que cambiar del mensaje. El resto es textual.

Amigas

Hoy hablé con T, hace días que no la veía. Le conté lo que pasó.
- ¿Por qué no me llamaste ?
- Porque eran las cuatro de la mañana, y al otro día tenía que estudiar y que hacer mil cosas del corto.
- Viste que a vos siempre te pasan las cosas justo cuando tenés que estudiar, o alguna entrega, o hacer algo...
- Es que siempre tengo alguna entrega, o que estudiar, o hacer algo, es como que no para... y es obvio que en el medio pasan las cosas...
- ¿Sabés lo que se me acabada de ocurrir?
- ...
- Tenés que elegir un día a la semana y reservarlo para digerir las historias, le ponemos: “Día de drama”
- JUAJUAJUA.
- ¿Los miércoles?
- Escribir guión.
- ¿Los martes?
- Cada quince días, informe.
- ¿Viernes?
- Este viernes tengo que ir a hacer prueba de cámara a la anciana.
- ¿Sábado?
- Sábado.
- Además ahora que pienso, este sábado hay partido. Clásico, Old boys… contra los belez...
- Mejor.
- Charlamos en el partido entonces. Vamos todas.
- No. No...no quiero charlar, no tengo ganas de charlar con nadie. Sólo nos sentamos al sol, ¿Ta?
- Ta.