viernes, 22 de febrero de 2008

Noche de eclipse.

Las estrellas me hacen acordar a él. Pasaba los fines de semana del verano arriba de su velero y cuando llegaba a tierra, aferrado al telescopio comentaba la posición de los astros con la misma convicción con la que los días de semana alegaba sobre leyes. Papá tenía delirio por su suegro y lo escuchaba con respeto, mamá había crecido en sus brazos y se reía de la seriedad y el entusiasmo con el que su padre analizaba el cielo.

Hoy es noche de eclipse y pienso en él.

Yo tenía entre seis y siete años, no recuerdo bien. Tatá nos prometió que nos pasaría a buscar a todos para ser partícipes del suceso. Nos pusimos el despertador en la madrugada y cargamos el equipaje que él nos había hecho preparar: un cuaderno de anotaciones, la cámara de fotos y placas para proteger nuestros ojos.

Yo no entendía de qué se trataba el comentado eclipse, me lo había explicado varias veces pero la Astronomía no me interesaba demasiado y no podía desviar mi foco de toda la fascinación que me provocaba la levantada en mitad de la noche, las camperas que nos pusieron, el telescopio, las placas, y la enorme seriedad con la que mi abuelo enfrentaba el evento. Yo creía estar ante un hecho único.

Recuerdo que estuvimos en la playa a las cinco de la madrugada ya preparados para el instante deseado. Había bastante gente, pero yo sentía orgullo por el despliegue que la llegada de mi abuelo había provocado, la gente preguntaba si éramos expertos, e incluso algunos creían que éramos de la televisión. Yo estaba nerviosa de que nos fueran a interrogar porque no entendía bien a qué iba, y qué era lo que sucedería, pero no podía disimular el delirio que el evento me causaba.

Aún no me puedo acordar del momento esperado en el que la Luna tapó al Sol, o el Sol a la Luna. Tampoco de cómo hice esa mañana para despertarme para ir al colegio, ni me acuerdo de las caras de los niños que creían que éramos de la tele. Hay demasiadas cosas del eclipse que no recuerdo, pues no recuerdo al eclipse. Sin embargo, tengo guardada en mi memoria la felicidad en los gestos de mi abuelo aquella noche que, rodeado de sus nietos, aseguraba entender aquel cielo.

Hoy es noche de eclipse, y aún más que siempre, lo recuerdo.


P.D. : el hoy no fue hoy, fue la noche del eclipse. La imagen es de google.

1 comentario:

Anónimo dijo...

re lindos memories...eclipses hay muchos...pero memories como esa, dificil
LIBI